Buscan a cuatro espeleólogos perdidos desde el sábado en las cuevas de Soba
El grupo de espeleosocorro trata de localizarlos desde el domingo por la mañana, cuando amigos de los expedicionarios dieron la voz de alarma
Cuatro espeleólogos madrileños llevan desde el sábado perdidos en el subsuelo del sistema del Mortillano (Soba). Emprendieron a primera hora de la mañana la travesía que conecta la sima del Acebo con la cueva de la Rubicera, con una duración aproximada de 12 horas, y ayer, lunes, continuaban sin aparecer. El grupo de espeleosocorro del Greim de Potes y efectivos de la Guardia Civil de Ramales los buscan desde el domingo por la mañana, cuando unos compañeros que los esperaban fuera dieron aviso a los servicios de emergencia. Tras rastrear la entrada y las posibles salidas durante dos días, anoche el equipo de rescate, cuya base quedó instalada en el cuartel de Ramales, decidió realizar toda la travesía que podían haber previsto los espeleólogos, una ruta calificada por los propios agentes como «difícil, para expertos, y con un tramo final que es casi un laberinto». El operativo pudo prolongarse hasta bien entrada la madrugada de hoy.
Los espeleólogos forman parte del grupo Espeleo Minas de Madrid, «un equipo experto, que practica espeleobuceo, integrado por gente con muchos años de experiencia», contó a este periódico Paco Cuesta, espeleólogo del Club Abismo de Guadalajara que fue, junto con su compañero Manuel, el que avisó al 112. Habían quedado a cenar con ellos el sábado por la noche en el restaurante Coventosa (Asón), pueblo en el que se alojan en una casa rural del mismo complejo hostelero. Manuel y Paco son amigos de dos de los más veteranos del grupo, Alfonso Gutiérrez Gómez (presidente del grupo Espeleo Minas), de 45 años, y Bruno Martínez Pledel, de 49 años de edad, ambos «muy curtidos», que en esa ocasión acudieron acompañados de dos espeleólogos más jóvenes que se están iniciando en este deporte, Joaquín Gómez García, de 32 años, e Isabel Carrillo Gil, de 33.
Tanto Paco como Manuel recibieron el encargo de avisar al 112 si no salían, pero decidieron no dar la voz de alarma enseguida al ver que no se presentaban a cenar. «Sé que los retrasos pueden ser más o menos comunes, les dimos un margen de unas horas», dijo Paco. «Como entraron sobre las 8 ó 9 de la mañana, quedamos a cenar con ellos a las 11 de la noche, pensaban que sería un tiempo suficiente. Y me dijeron: 'si a las cuatro de la madrugada no hemos llegado, empieza a preocuparte'. Iban a dejarme una señal en el coche. Salí a mirar y no había nada. Esperamos un poco y a las 9 de la mañana llamamos al 112», contó Manuel.
Pero las horas fueron pasando sin tener noticias de sus amigos. «Es lunes, y mira qué hora es -dijo Paco ayer por la tarde- y todavía no sabemos nada, han pasado ya más de 48 horas, la situación empieza a ser preocupante», dijo. «La posibilidad de que hayan sufrido un accidente está ahí», comentó.
El domingo por la mañana acudieron tras recibir el aviso varios guardias civiles del grupo de espeleosocorro del Greim, que acompañados por Manuel llegaron al sistema subterráneo y allí estaba el coche aparcado de los espeleólogos. El equipo penetró por la boca por la que supuestamente entraron y llegaron a un punto en el que hay un libro en el que los espeleólogos que pasan dejan su firma. «Pero no estaban apuntados», indica Paco, «quizá no pasaron de la primera parte de la travesía», explica.
El recorrido previsto parte de la sima del Acebo y termina en Rubicera, «que dura unas 9 horas yendo rápido, y 11 ó 12 si vas más tranquilo», pero podrían haber seguido otra ruta si se hubieran perdido. Visto que la primera jornada de rescate fue infructuosa, ayer lunes el equipo entró por tres cavidades diferentes, pero, según Paco, «instalaron cuerda hasta 100 metros de profundidad, pero los pozos bajan a 180, no se llegó hasta el final».
Por la tarde, el equipo de búsqueda se dividió en dos para cubrir dos posibles salidas: Rubicera y Mortero. Preguntado sobre el dispositivo, ayer por la tarde el jefe del Greim señaló que se estaba a la espera de que los efectivos de espeleosocorro «progresen por dentro, reconozcan la zona y, si los encuentran, los acompañen al exterior. Si no, saldrían a avisar para plantear un rescate diferente». En esos momentos todavía entraba entre las posibilidades «un retraso en la salida, por pérdidas o por cansancio. No son infrecuentes, podemos tener cuatro ó cinco casos al año y finalmente salen bien», contó.
Mientras, los amigos de los cuatro espeleólogos dieron aviso a sus familiares, con la esperanza de que se trate de un simple, aunque excesivo, retraso de la travesía. En el exterior, siguió el operativo de búsqueda Manuel que, junto al propio dueño del establecimiento en el que se alojaban, acompañó a los Greim hasta la zona en la que se encuentra la cueva. «Está a dos horas de aquí -del pueblo de Asón- y he subido y bajado un sinfín de veces estos dos días».
Poco antes de las 21.00 horas, los trece efectivos del Greim que seguían rastreando la cueva salieron al exterior y fueron relevados por otro grupo trasladado por un helicóptero, con la misión de completar toda la travesía y explorar las galerías horizontales que la cruzan. «Ojalá estén en una de ellas a salvo», deseó Manuel.