El sábado, día 23 de agosto. Gotzon Aranzabal y yo quedamos para visitar a "los Degouve". A las 9.30 de la mañana, con una puntualidad "casi" británica llegabamos a Valdició. Un pequeño barrio perteneciente al municipio de Soba, pero en la vertiente del Valle de Miera. El tiempo era bueno y tras trasladar las cosas de "los Degouve" a mi vehículo subimos por una empinada cuesta hasta un depósito de agua. Allí vimos con sorpresa la presencia de un coche de matrícula británica (GB) ocupado por un vejete un tanto, digamos peculiar. No le hicimos caso y tras colocarnos los petates con el material comenzamos a subir por una estrecha vereda hacia un espolón herboso. La cuesta se empinaba más según ascendíamos hacia unas grietas vsibles desde abajo. Nos comentaron que era una de las bocas que estaban explorando y que ibamos a visitar. La boca se mostró como una diaclasa excavada en calcarenita y que coemenzaba con una rampa de gran pendiente. Fuimos entrando uno a uno. La primera parte se trata de una pasamanos, muy bien instalado, que "vuela" literalmente sobre la vertical. Una vertical de unos 25 m nos deposita en una sala de buena dimensiones. Seguimos por una galería excavada totalmente en arenisca. No existen rastros de caliza en toda esta parte de la cavidad. Después de pasar una zona meandriforme, en la cual hay que tener cuidado porque la piedra (si se le puede llamar piedra) se desmenuza como si fuera un azucarillo, llegamos a una estrecha gatera en la cual hay que hacer cierto esfuerzo para pasar. Atravesada esta zona llegamos a un pozo vertical. Aquí está el problema. Colocar anclajes en estas paredes es complicado. La roca, si se le puede llamar roca, es blandísima. Todo suena, a golpe de martillo, a hueco. Colocamos unas cuerdas en unas rocas y ponemos dos parabolt largos en una de las paredes. ¡esperemos que aguanten...!
Un momento de despiste y zas... se cae el martillo. Habrá que bajar a por él, porque no existen rocas para poder poner los parabolt. Bajo yo y subimos el martillo. La vertical ha quedado con una instalación elegante. El pozo de 16 m. de vertical nos descubre un pequeño aporte de agua. Descendemos por él y tras unas pequeñas verticales, que siguen siendo muy difíciles de instalar a causa de la pésima calidad de la pseudoroca, llegamos a un gran pozo que debemos abandonar a causa de haber agotado las cuerdas y a un problema técnico (se cayó una llave de 17). Las posibilidades de esta cavidad serán objeto de nuevas exploraciones en el mes de noviembre.