Antoñana, pueblo alavés enclavado en un paraje natural excepcional. Esta antigua villa –fundada en 1182 por el rey Sancho el Sabio–, da entrada al Parque Natural de Izki por su zona oriental. Es un pueblo típicamente medieval, donde las estrechas calles se unen por medio de cantones, callejas y pasadizos cubiertos, con casas de piedra y entramado de madera. Reflejo de una época de guerras y batallas es su muralla, antaño elemento defensivo, y que hoy se integra en las viviendas sirviendo de pared, la casa torre al norte, o el antiguo templo fortaleza que es la Iglesia de San Vicente Mártir. Otro monumento religioso es la ermita románica de Nuestra Señora del Campo (siglo XIII), situada en las afueras del pueblo.
Las montañas que rodean este pequeño pueblo están cubiertas de tupidos bosques. El marojal (bosque de Quercus pyrenaica) es el tipo de bosque natural más extendido en la actualidad. Los sustratos arenosos y pobres sobre los que se asienta han contribuido a su conservación. Este bosque cubre toda la cubeta del río Izki, formando uno de los marojales adultos más interesantes de Europa. El hayedo (bosque de Fagus sylvatica) es el segundo bosque natural en superficie. Se extiende por las montañas que bordean el marojal, aunque también aparecen algunas pequeñas manchas de hayedo acidófilo intercaladas en su interior. Los quejigares (bosques de Quercus Faginea) alcanzan su máximo desarrollo en la zona caliza entre Corres y Bujanda, así como en los alrededores de Arlucea. . Es característica en muchos bosques de la zona, tanto quejigales como hayedos o encinares, la abundancia de boj. Las alisedas, robledales (Quercus Robur) y encinares (Quercus Ilex) no ocupan grandes extensiones, pero se ubican en masas mixtas de gran interés por la diversidad ecológica y paisajística que conllevan. Las plantaciones de coníferas son poco frecuentes, existiendo únicamente alguna mancha de considerable extensión en el dominio del marojo, consistente básicamente en plantaciones de abeto Douglas (Pseudotsuga Menziesii) y pino silvestre. Los roturos y las pocas fincas particulares que se engloban en el Parque están cultivadas con cereal o como prados. Por otro lado, la vegetación de roquedos, lapiaces, humedales y otros ecosistemas azonales están bien representados en Izki, donde la intercalación de substratos calizos y silíceos da lugar a formaciones de gran interés. Los bosques de Izki son una de las zonas más amplias de bosque autóctono de Euskadi.
La totalidad del área de Izki pertenece a la cuenca del río Ebro y por lo tanto a la vertiente mediterránea, lo que se traduce en valles fluviales relativamente amplios, con un marcado estiaje veraniego.El río Izki constituye el eje hidrológico central del área, ya que su cuenca ocupa cerca de un 60% de la superficie y su curso drena la mayor parte de sus volúmenes hídricos. La práctica totalidad de su cuenca se sitúa en una extensa zona arbolada ocupada por arenas, configurando un valle caracterizado por la existencia de un gran número de cursos de agua de pequeño recorrido. Al llegar a una zona abrupta dominada por calcarenitas en las cercanías de Corres, el valle se encajona dando lugar a un espectacular barranco, el Barranco de Corres. En ese punto su caudal medio anual es de 610 l/seg.
Cerca de Antoñana se encuentra la Cascada de Aguaké, parte final de un pequeño, pero muy estético barranco, que merece la pena ser visitado.
Las montañas que rodean este pequeño pueblo están cubiertas de tupidos bosques. El marojal (bosque de Quercus pyrenaica) es el tipo de bosque natural más extendido en la actualidad. Los sustratos arenosos y pobres sobre los que se asienta han contribuido a su conservación. Este bosque cubre toda la cubeta del río Izki, formando uno de los marojales adultos más interesantes de Europa. El hayedo (bosque de Fagus sylvatica) es el segundo bosque natural en superficie. Se extiende por las montañas que bordean el marojal, aunque también aparecen algunas pequeñas manchas de hayedo acidófilo intercaladas en su interior. Los quejigares (bosques de Quercus Faginea) alcanzan su máximo desarrollo en la zona caliza entre Corres y Bujanda, así como en los alrededores de Arlucea. . Es característica en muchos bosques de la zona, tanto quejigales como hayedos o encinares, la abundancia de boj. Las alisedas, robledales (Quercus Robur) y encinares (Quercus Ilex) no ocupan grandes extensiones, pero se ubican en masas mixtas de gran interés por la diversidad ecológica y paisajística que conllevan. Las plantaciones de coníferas son poco frecuentes, existiendo únicamente alguna mancha de considerable extensión en el dominio del marojo, consistente básicamente en plantaciones de abeto Douglas (Pseudotsuga Menziesii) y pino silvestre. Los roturos y las pocas fincas particulares que se engloban en el Parque están cultivadas con cereal o como prados. Por otro lado, la vegetación de roquedos, lapiaces, humedales y otros ecosistemas azonales están bien representados en Izki, donde la intercalación de substratos calizos y silíceos da lugar a formaciones de gran interés. Los bosques de Izki son una de las zonas más amplias de bosque autóctono de Euskadi.
La totalidad del área de Izki pertenece a la cuenca del río Ebro y por lo tanto a la vertiente mediterránea, lo que se traduce en valles fluviales relativamente amplios, con un marcado estiaje veraniego.El río Izki constituye el eje hidrológico central del área, ya que su cuenca ocupa cerca de un 60% de la superficie y su curso drena la mayor parte de sus volúmenes hídricos. La práctica totalidad de su cuenca se sitúa en una extensa zona arbolada ocupada por arenas, configurando un valle caracterizado por la existencia de un gran número de cursos de agua de pequeño recorrido. Al llegar a una zona abrupta dominada por calcarenitas en las cercanías de Corres, el valle se encajona dando lugar a un espectacular barranco, el Barranco de Corres. En ese punto su caudal medio anual es de 610 l/seg.
Cerca de Antoñana se encuentra la Cascada de Aguaké, parte final de un pequeño, pero muy estético barranco, que merece la pena ser visitado.
El monte Soila de 993 m de altitud, además de ser una atalaya privilegiada sobre toda la zona esconde una maravilla botánica que debe ser visitada. Se trata de un extraordinario ejemplar de tejo -Taxus Baccata- (posíblemente milenario) que tiene más de 5 m de diámetro y 16 m de altura.
Este gigantesco árbol ha sido declarado "arbol singular" por el Gobierno vasco y una de las especies de tejo más sobresalientes de toda la península.
Para acceder al Soila se toma un camino que parte desde la estación del antiguo tren Vasco-Navarro (ya desaparecido) en Antoñana y siguiendo marcas bien visibles se llega a la cumbre. La parte rocosa, ya cerca de la cima se encuentra "armada" con un pasamanos, aunque no es necesario su uso.
El regreso se puede hacer por la vertiente opuesta desde la que se puede ver el barranco de Korres.
En la cumbre del Soila se puede ver una abertura natural.
A pesar de ser una cima caliza (cretácica), no existen fenómenos espeleológicos de interés.
Enlaces interesantes:
Fotos y esquemas: D. Dulanto
Antoñana, Cascada del Molino de Oteo, Cascada y Barranco de Aguaké, bosques, Tejo milenario...